Las
Fiestas Indígenas Dedicadas a los Muertos
- Patrimonio De la Humanidad Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2003).
Es una celebración que tiene sus orígenes en las culturas
mesoamericanas y consiste en honrar a los difuntos y compartir con
ellos durante el retorno transitorio a la tierra. Sin embargo, en las
prácticas actuales hay una clara fusión de las costumbres indígenas
y las fiestas católicas.
Para
facilitar el retorno de las almas al mundo terrenal se preparan
coloridas y variadas ofrendas que constan de velas, objetos
artesanales como papel cortado, flores (básicamente de cempasúchil),
y de todos los manjares que solía disfrutar el difunto,
complementado con las tradicionales calaveritas de azúcar. Estos
altares se ponen en las casas y en las tumbas.
Las
ofrendas se realizan con particular esmero, pues existe la creencia
de que un difunto puede traer la prosperidad según le resulte o
no satisfactorio el modo en que la familia haya cumplido con los
ritos.
Los
festejos se realizan año con año a inicios de noviembre, época que
a la vez, señala la culminación del ciclo de cosecha del maíz, el
cultivo predominante en el país.
Algunas
de las comunidades provinciales en donde se celebra de manera
interesante y pintoresca el Día de Muertos, son: la Isla de Janitzio
y algunos poblados alrededor del lago de Pátzcuaro en Michoacán; en
algunas localidades del estado de Puebla, como Nopalucan, San José
Chiapa y Huaquechula; en la parte oriental de San Luis Potosí, a lo
largo de varios poblados de la Huasteca Potosina como Aquismón,
Axtla de Terrazas, Ciudad Valles, Huehuetlán, Tamuín, Xilitla y San
Martín Chalchicuautla, por nombrar algunos; en la Ciudad de México
en donde muchos de los lugares urbanos se adornan de acuerdo a la
festividad y en el Barrio Mágico de Mixquic.
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